Este análisis histórico de la Tumba de las Luciérnagas ha sido desarrollado por petición de martix.26, ganadora del concurso de Instagram de la Primera Semana Especial de CurioseaHistoria. Enhorabuena, esperamos que disfrutes este análisis histórico de La Tumba de las Luciérnagas!
La Tumba de las Luciérnagas u Hotaru no Haka en Japonés, ha sido una de las películas más populares de Studio Ghibli, y una importante película de temática antibelicista publicada en 1988. Esta obra, está inspirada en el cuento homónimo y autobiográfico de Akiyuki Nosaka, quién experimentó el bombardeo sobre la ciudad de Kobe, sintió los estragos de la guerra cuando su padre adoptivo murió en el bombardeo de la ciudad y vió como dos de sus hermanas murieron de desnutrición. La película no nos muestra exactamente los hechos de la novela, pero desde luego se basa en ella para mostrarnos un relato crudo, realista y, como no podía ser de otra forma, verdaderamente triste. Este artículo contiene spoilers del film, por lo que si no lo has visto todavía, no sé qué haces sin haberlo hecho aún.

Antes de proceder al análisis histórico de Tumba de las Luciérnagas, debemos situar en el plano histórico la obra dirigida por Isao Takahata, cabe hacer unas consideraciones previas sobre la guerra en sí misma. La guerra es un concepto que se ha ido desarrollando durante el tiempo, pero que suele considerarse como “un enfrentamiento social armado entre dos bandos”. El problema del reduccionismo de esta definición radica en que la guerra per se, no solo afecta a los grupos armados o dirigentes de estos grupos sociales, que en la Época Contemporánea quedarían representados en los Estados-Nación actuales, sino, que traspasa las barreras de lo bélico y se instala en la sociedad como una epidemia que crea muerte, pobreza y desesperación. Ahí especialmente está la virtud de “La Tumba de las Luciérnagas”, en mostrarnos el retrato de lo humano, lo antropológico de la guerra, que afecta de maneras muy diversas la vida de millones de personas.
Por último, y antes de empezar el análisis histórico de La Tumba de las Luciérnagas, creo que es fundamental comentar que la guerra no queda justificada ni moral, ni socialmente por la consideración de un estado de alzarse en armas contra otro. Es decir, que la población no debería sufrir los arrebatos de poder de una élite política, económica y militar de una nación. O acaso, ¿todos los soldados que lucharon en las guerras mundiales querían hacerlo? ¿Toda la población que sufrió bombardeos incesantes quería seguir luchando contra su enemigo? ¿Toda la gente muerta en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki era culpable de alzarse contra los EEUU? Precisamente, hacemos éstas consideraciones porque se le suele atribuir a Japón, igual que a Alemania o Italia, un calificativo negativo a la hora de hablar sobre la participación de este país en la Segunda Guerra Mundial, pero tal y como nos muestra la película, estaba lleno de personas inocentes que solo querían sobrevivir un día más, al igual que sus enemigos, ingleses, estadounidenses o franceses. Toda esta problemática queda enmarcada en el concepto de “guerra total” acuñado por Erich Ludendorff y desarrollado durante las dos guerras mundiales, por el cual todos los recursos de una nación (humanos, naturales, industriales…) quedan directamente subordinados a la guerra; y por lo tanto se “justifican” los ataques contra la población civil para así acabar con estos recursos. El problema de todo esto, es que mucha de esta gente que participa de la guerra, ya sea indirectamente o directamente, se ha visto coaccionada (por motivos económicos, políticos, penales…) u obligada a “luchar” en una guerra que realmente no le representa. Un ejemplo del uso político de este concepto como arma publicitaria es el que hace Goebbels en 1943, en un discurso en el Palacio de los Deportes de Berlín:
«Os pregunto: ¿Queréis una guerra total? Y si fuera necesario, ¿Queréis una guerra aún más total y radical que cualquier cosa que podamos imaginar hoy en día?»
Tras esta breve introducción, vamos a comentar el contexto histórico de la película. Ésta comienza con el protagonista, Seita, en la estación de tren de Sannomiya el 21 de septiembre de 1945, cuando la guerra ha terminado. Este joven japonés, que muere desnutrido en dicha estación, empieza a recordar lo ocurrido meses pasados, donde acabó por perder a su madre y a su hermana.
Cabe decir que tras el ataque en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, los japoneses vivieron una serie de victorias por todo el Pacífico que parecían predecir la victoria final nipona. Aún así, entre el 4 y el 7 de junio de 1942 se produce una de las batallas que decidiría el curso de la guerra, la batalla de Midway, ganada por los americanos y que consiguió frenar el expansionismo japonés. Esta batalla supuso un antes y un después en la guerra del Pacífico, porque la destrucción de los 4 portaaviones japoneses suponía un revés gigantesco para la armada japonesa. La capacidad industrial japonesa era menor que la americana, que rápidamente podía satisfacer sus pérdidas, con lo que desde ese momento se comenzó a vivir un progresivo declive de las aspiraciones japonesas de victoria.

A pesar de todo esto, tal y como nos cuenta Gerhard L. Weinberg, la población civil e incluso algunos políticos, desconocían estas derrotas, con lo que hasta la declaración oficial de que el ejército nipón había caída derrotado durante la campaña de las Islas Aleutianas en mayo de 1943, la sociedad pensaba que el curso de la guerra les era favorable, incluso tras haber padecido la “Incursión Doolittle”, es decir, un pequeño bombardeo sobre la ciudad de Tokio en abril de 1942.
Un punto curioso sobre los bombardeos, que aparecen muy bien representados en el film, es que se dieron hasta 1945 con una intensidad muy baja, con lo que preocupaban mucho menos a los japoneses que la anunciación de las listas de bajas y derrotas que aparecían sucesivamente en los medios a partir de 1943. Los verdaderos bombarderos que asolaron las ciudades japonesas se produjeron en 1945, durante los últimos meses de la guerra, justamente en la época representada por la película. Para que veamos la magnitud de estos, las bombas acabaron por destruir un equivalente a los ataques aéreos sufridos en Alemania durante 3 años y medio, todo eso comprimido en solamente 6 meses. Para estos bombardeos, los americanos decidieron utilizar fósforo blanco (arma química dispuesta a crear quemaduras), y especialmente bombas incendiarias, lanzadas desde los potentes bombarderos B-29. Estas bombas incendiarias, pretendían arrasar las grandes ciudades japonesas, que contaban con muchas casas o industrias cuyas paredes estaban construidas con madera.
En 1943, ya se estaban haciendo pruebas para lanzar los ataques incendiaros con la mayor eficacia posible, construyéndose incluso “poblados japoneses” en Estados Unidos, como el de “Japanese Village”, para hacer pruebas de lanzamiento de bombas incendiarias. A pesar de que el primer bombardeo a gran escala fue el de Tokio, que además fue el más destructivo de la guerra (80.000 muertos, 50.000 heridos y 1.000.000 de personas se quedaron sin hogar), la película nos sitúa en Kobe durante los días 16 y 17 de marzo. Esta ciudad fue atacada con 331 bombarderos B-29, que acabaron por destruir una proporción de 18km2 de la ciudad, mataron a 8.000 personas y dejaron sin hogar a 650.000. El protagonista (y el novelista que crea la historia), presencia este bombardeo que acaba con la vida de su madre y le deja solo con su hermana y sin hogar.

Precisamente por este bombardeo los dos protagonistas deciden irse a casa de su tía, la cual los tratará con desprecio. Este desprecio tiene un significado filosófico muy interesante, pues esta mujer no parece tratarles mal por un odio desmedido hacia ellos, o por falta de empatía, sino porque la falta de recursos es evidente en un país asolado por la guerra. Cuando a una sociedad le “va bien” y es generalmente rica, es mucho más solidaria, precisamente porque tiene un excedente que le sirve para ayudar a los más necesitados. Por otro lado, y como se muestra en la película, si los recursos más básicos escasean, cada uno mira por su propio beneficio para poder subsistir en tan terribles condiciones. En la primera escena también se ve ampliamente representado, cuando una multitud de niños huérfanos como Seita mueren en la estación de tren sin que nadie haga nada por ellos.
Ante tal situación de insostenibilidad, los dos protagonistas deciden huir de casa de su tía e instalarse en un búnker de guerra abandonado. Allí, las cosas se complican de sobremanera y el protagonista ve como su hermana Setsuko sufre cada día más los estragos de la desnutrición. Para subsanar con esto, intenta robar víveres de las casas cuando se produce un bombardeo, o comida a los agricultores locales. Al final pasa lo inevitable y su hermana acaba muriendo de inanición.

Un punto interesante de la película que también se puede analizar históricamente, es la rendición de Japón y su reflejo en la sociedad civil. El día 15 de agosto de 1945, el emperador Hirohito se dirigió mediante un mensaje de radio a la población japonesa anunciando la rendición y el cese de las hostilidades contra los aliados:
Después de reflexionar profundamente sobre las tendencias generales del mundo y las condiciones reales que se dan hoy en Nuestro Imperio, hemos decidido lograr un arreglo de la situación actual recurriendo a una medida extraordinaria.
Hemos ordenado a Nuestro Gobierno que comunique a los Gobiernos de los Estados Unidos, Gran Bretaña, China y la Unión Soviética que Nuestro Imperio acepta las disposiciones de su Declaración Conjunta.
Luchar por la prosperidad común y la felicidad de todas las naciones, así como por la seguridad y el bienestar de Nuestros súbditos, es la obligación solemne que han transmitido Nuestros Ancestros Imperiales y que está cerca de Nuestro corazón.
De hecho, declaramos la guerra a Estados Unidos y Gran Bretaña por Nuestro sincero deseo de asegurar la autoconservación de Japón y la estabilización de Asia Oriental, estando lejos de Nuestro pensamiento infringir la soberanía de otras naciones o embarcarse en el engrandecimiento territorial.
Pero ahora la guerra ha durado casi cuatro años. A pesar de lo mejor que todos han hecho: la valiente lucha de las fuerzas militares y navales, la diligencia y asiduidad de Nuestros servidores del Estado y el servicio devoto de Nuestros cien millones de habitantes, la situación de guerra no se ha desarrollado necesariamente para La ventaja de Japón, mientras que las tendencias generales del mundo se han vuelto todas en contra de su interés.
Además, el enemigo ha comenzado a emplear una bomba nueva y más cruel, cuyo poder de causar daño es, de hecho, incalculable, cobrando el precio de muchas vidas inocentes. Si continuamos luchando, no solo resultaría en un colapso final y la destrucción de la nación japonesa, sino que también conduciría a la extinción total de la civilización humana.
Siendo tal el caso, ¿cómo vamos a salvar a los millones de nuestros súbditos, o expiarnos ante los espíritus sagrados de Nuestros Ancestros Imperiales? Esta es la razón por la que hemos ordenado la aceptación de las disposiciones de la Declaración Conjunta de los Poderes…
Las dificultades y sufrimientos a los que nuestra nación será sometida en el futuro serán ciertamente grandes. Somos profundamente conscientes de los sentimientos más íntimos de todos ustedes, nuestros súbditos. Sin embargo, es de acuerdo con los dictados del tiempo y el destino que hemos resuelto allanar el camino para una gran paz para todas las generaciones venideras, soportando lo insoportable y sufriendo lo insoportable.
Estas palabras del emperador y la posterior aclaración radiofónica de que Japón efectivamente se había rendido, generaron un clima de tranquilidad en la población japonesa que se ve reflejado en “La Tumba de las Luciérnagas”, precisamente en la calma de los personajes que hablan sobre la rendición, o en la escena donde un grupo de mujeres se muestran agradecidas de volver a su casa. Parece ser que el efecto de la rendición provocó diferentes reacciones en la población, desde el suicidio de las personas más nacionalistas, como oficiales de guerra, hasta el alivio y el llanto de la población civil. El historiador norteamericano John W. Dower nos comenta, que tras las palabras del emperador, una multitud se congregó delante del Palacio Imperial de Tokio y externalizó el dolor, la rabia y la pena que les había provocado la guerra, y el sentimiento de ser engañados por su gobierno, llorando y mirando hacia el complejo palaciego. La guerra terminaría formalmente unos días después, el 2 de septiembre de 1945, con la firma de paz en el USS Missouri, pero aún así, quedarían muchos años de miseria y de recuperación, para un estado al cuál la guerra había dejado al borde del abismo. Se calcula que en Japón murieron 1.700.000 soldados y al menos 1.000.000 de civiles, desde luego unas cifras terribles, que se asemejan a las que padecieron muchos lugares del mundo durante la Segunda Guerra Mundial.

Tras la realización de este análisis histórico de La Tumba de las Luciérnagas podemos concluir en que está película nos muestra el lado más humano y civil de la guerra, como el hambre, la supervivencia, el trabajo, la familia o los bombardeos vistos desde abajo, lo que la hace muy diferente a otras recomendaciones del cine antibelicista como “Cartas desde Iwo Jima” o “Senderos de Gloria”. Aún así, el retrato tan crudo que nos muestra de la guerra, en su faceta más oscura, nos plantea la reflexión sobre el maniqueísmo siempre presente en las guerras (quién es el bueno y quién el malo), o si directamente este maniqueísmo no es algo puramente ridículo. Además, logra conectar con el espectador reflejándole los horrores de la guerra y la utilidad de la misma, cuando además, millones de personas sufren las consecuencias de las decisiones de unos pocos. Me ha puesto triste ver que la producción ha desaparecido de Netflix, pero espero que los que queráis disfrutarla, o volver a hacerlo, encontréis el modo de visualizarla, porque al menos, los llantos estarán garantizados.
Bibliografía:
- Dylan J. Plung, “The Japanese Village at Dugway Proving Ground: An Unexamined Context to the Firebombing of Japan,” Asia-Pacific Journal: Japan Focus, Volume 16, Issue 8, No. 3, April 15, 2018.
- Frank, Richard B. (1999). Downfall. The End of the Imperial Japanese Empire. New York City: Penguin Books.
- Gerhard L. Weinberg. (1994).Un mundo en armas. La Segunda Guerra Mundial: Una visión de conjunto. Barcelona: Grijalbo.
- Dower, John (1999). Embracing Defeat: Japan in the Wake of World War II. W.W. Norton.
Héctor Soler Bonet