Introducción:
Los caciques fueron una figura esencial para el mantenimiento del sistema político de la Restauración basado en el Turno Pacífico. El caciquismo fue un fenómeno que se dio en toda España, aunque alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla.
Definición del concepto de Caciquismo:
La palabra cacique, escrita ya por Cristóbal Colón en su diario en el mes de diciembre de 1492, aparece en el Tesoro de la Lengua de Covarrubias (1611) como un vocablo de procedencia indígena que designa al señor o jefe de algunos pueblos americanos. Más tarde, la Real Academia en la edición del Diccionario de Autoridades de 1726 añadía a esta concepción genérica, una definición de carácter mas amplio aplicando el término a otros contextos más allá de las comunidades indígenas.
En la edición de 1780 el concepto comienza a incorporar el significado social que en el siglo XVIII empezaba a tener el cacique como intermediario entre los grandes terratenientes y los campesinos que trabajan para ellos. Su vinculación al ámbito rural y su rol de intermediario eran dos rasgos esenciales de una de las figuras claves de la política y la sociedad del siglo XIX español. Habrá que esperar a la edición del DRAE de 1884 para que el concepto adquiera la función política que el cacique venía realizando en la España decimonónica. Además, en esa misma edición se recogía por primera vez la definición de caciquismo como la “excesiva influencia de los caciques de los pueblos”.
La vertiente político-electoral del poder de los caciques aparece prácticamente desde el momento en el que triunfa el sistema liberal posibilitando la puesta en marcha de elecciones.
En tiempos del Trienio Liberal tenemos constancia de las denuncias que desde la prensa liberal-exaltada se lanzaban a los caciques acusándolos de cometer abusos de todo tipo, incluidos de carácter electoral. Durante el Trienio el termino cacique se populariza y aparecen sinónimos como mandones o mandarines propios del argot de los exaltados.
La definitiva implantación del liberalismo tras la muerte de Fernando VII trajo consigo la generalización del caciquismo como una práctica de poder inherente al régimen liberal, especialmente a su funcionamiento electoraly derivada de algunas de sus carencias crónicas: debilidad de los partidos políticos, incapacidad del régimen constitucional para hacerse fuerte en la España rural y la existencia de minorías locales con un poder muy arraigado que ejercen una función, intermediaria entre las instituciones del sistema constitucional y el pueblo, fundamentada en la coacción y en el intercambio de votos y favores. Las denuncias sobre el poder de los caciques serán una constante en el siglo XIX incluso en tiempos del Sexenio Democrático, a pesar de que la Revolución Gloriosa de 1868 se había presentado en parte como un movimiento contra el caciquismo.
El periodo de la Restauración trajo consigo la época dorada del caciquismo, un sistema clientelar que tuvo su desarrollo mucho antes pero que el nuevo régimen sacó de la clandestinidad. Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, a menudo ricos propietarios que daban trabajo a jornaleros y que tenían una gran influencia en la vida local, tanto en lo social como en lo político. También podían ser abogados, profesionales de prestigio o funcionarios de la administración. Los caciques manipularon las elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades, especialmente los gobernadores civiles de las provincias. El conjunto de trampas electorales que permitían la sistemática adulteración de los resultados electorales se conoce como pucherazo.
En este sentido el caciquismo designaba un cuadro sociopolítico cuyos rasgos definitorios eran el clientelismo, la corrupción electoral y el poder de las viejas oligarquías locales. Una situación que también se dio a nivel internacional en mayor o menor grado en todos los países que contaban con regímenes parlamentarios.
Esta internalización del fenómeno fue frecuentemente ignorada por los políticos y tratadistas españoles que a finales del siglo XIX hicieron del caciquismo uno de los elementos centrales que explicarían la decadencia nacional en la que se encontraba España tras el desastre del 98. Por lo que el cacique, a partir del 98, se convirtió en una de las figuras más impopulares del país y en permanente objeto de reflexión de la literatura regeneracionista del primer tercio del siglo XX.
Bibliografía:
Juan Francisco Fuentes. Caciquismo. En Diccionario político y social del siglo XIX español.