La piratería en el Caribe y la Monarquía Hispánica

Figura 1

El oficio de pirata ha existido desde tiempos inmemoriales, pero fue con la expansión europea hacia el Atlántico cuando realmente apareció una piratería plenamente establecida en una zona y que actuó de forma estandarizada durante prácticamente toda la Edad Moderna. La cuestión de la piratería en época moderna es mucho más compleja que la visión que se da en leyendas, películas, libros etc. La aparición de la piratería en el Caribe está estrechamente ligada al interés de las potencias emergentes como: Francia, Holanda e Inglaterra, de romper el monopolio que ejercía España sobre los territorios americanos e intentar obtener beneficio de esas tierras.

 El hecho de que las coronas ibéricas proclamaran los mares americanos bajo su dominio exclusivo generó desde el siglo XVI una gran controversia por ver quién tenía derecho a aprovechar los recursos de tierras y océanos. Finalmente, la proclamación de la famosa bula Inter Caetera, de Alejandro VI, el establecimiento de la línea demarcatoria establecida en el Tratado de Tordesillas en 1494 y la cesión de las Molucas en el Tratado de Zaragoza de 1529, garantizaba tanto a españoles como a portugueses el dominio de los territorios de ultramar.

Frente a esta situación, el resto de estados europeos vieron en la piratería del caribe la ocasión de romper esa exclusividad y acceder de alguna manera a las riquezas del Nuevo Mundo. Sumado a las leyendas y relatos que circulaban por Europa sobre las riquezas americanas, generó una situación propicia, para que aventureros y buscavidas, decidieran marchar a América en busca de riquezas.

Es realmente a partir del siglo XVII, con una monarquía hispánica muy debilitada económicamente pero con una fuerte presencia, cuando esas potencias ven la oportunidad en América y la piratería de entrar verdaderamente en juego en el caribe. Empieza en este momento la expansión Atlántica de potencias como Inglaterra, Francia y Holanda, que harán uso de piratas para socavar el control territorial hispánico, creando puntos de penetración en zonas inmediatas a la riqueza, y así desviar los metales preciosos americanos, de España a otros lugares de Europa.

Figura 2

Desde un principio la piratería estuvo íntimamente asociada con el contrabando, y las condiciones políticas y económicas de Europa y América eran propicias para el desarrollo de esta práctica. Para los colonos americanos del siglo XVII, los contrabandistas facilitaban  la adquisición de manufacturas, que España por su debilidad económica y política no podía proporcionar, por lo que entraron en escena comerciantes holandeses, ingleses y franceses.

Un dato curioso, es que la gran mayoría del comercio de América, hacia finales del siglo XVII, no pertenecía ya a los españoles, sino a los comerciantes extranjeros que mediante distintos métodos se las ingeniaban para burlar las medidas de la Casa de Contratación (Institución creada por la monarquía española en 1503, para regular la navegación y el comercio entre España y América). De ese modo, lentamente se establecieron circuitos de contrabando enfocados en drenar los metales de los reinos hispánicos hacia otros lugares de Europa, sobre todo hacia el norte. Dentro de estos circuitos se encontraba uno de los negocios más infames y lucrativos de la historia moderna: el tráfico trasatlántico de esclavos africanos, que fortaleció la posición hegemónica de Inglaterra y su comercio triangular (cambiar manufacturas por esclavos y materias primas en las costas de África; llevar esclavos y manufacturas a América, canjearlos por metales preciosos y materias primas, y, finalmente, devolver los beneficios a Inglaterra). John Hawkins, el corsario-comerciante inglés, tendrá el honor de haber sido el primer navegante en llevar un cargamento negrero no autorizado al Caribe en la expedición de 1562-1563.

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A comienzos del siglo XVIII, cuando la guerra de sucesión española generó un deterioro aún más profundo de las comunicaciones entre la península y sus dominios ultramarinos, Francia e Inglaterra principalmente, aprovecharon para profundizar en el mercado americano.

Para entender el fenómeno de la piratería y la incursión del resto de potencias en América, es fundamental entender que está pasando en el continente europeo. España se encuentra inmersa en una constante guerra y necesita sacar fondos para el manteamiento de los ejércitos y el aparato burocrático, por tanto, para sus enemigos, atacar América es atacar directamente a su principal fuente de ingresos, el oro y la plata. A parte del saqueo constante a la flota española de las indias, los asentamientos españoles costeros sufren graves daños por la existencia de poblaciones permanentes de piratas.

John Lynch (Historiador e hispanista británico), afirmó que la piratería se circunscribía a las regiones que no eran particularmente prósperas o importantes, y que, por tanto, estaban menos protegidas y eran más fáciles de saquear. Pero otros historiadores rebaten esta idea, argumentando que: “poco se saca de asaltar pobres, como pudieron comprobar muchas veces las expediciones que no lograban compensar lo gastado en pólvora con el producto del saqueo”.

Figura 4

Ante esta situación de saqueo la monarquía hispánica decidió abandonar unas zonas para proteger otras. Esta decisión se encuentra íntimamente relacionada con las políticas defensivas del imperio.  La primera normativa instaurada, fue crear un sistema de apoyo y defensa mutuo, concebido hacia mediados del siglo XVI bajo la forma de un sistema de flotas y galeones periódicos y la prohibición de la navegación a navíos sueltos, esta medida pretendía frenar los ataques sobre navíos o reducir las pérdidas sufridas por esos ataques;  perduró hasta el siglo XVIII. Otra mediada aparecida a mediados del siglo XVII, cuando la Armada de Barlovento y del Seno Mexicano se organizó para proteger las rutas, precisamente desde las islas de Barlovento hasta Veracruz, fue la creación de armadas y armadillas destinadas específicamente a la salvaguarda del Caribe. La segunda gran política de defensa en América, consistió en la fortificación de los puertos más importantes en términos estratégicos y económicos, no sólo construyendo guarniciones y baterías de defensa, sino completos sistemas fortificados en la ciudad. Los casos más sobresalientes fueron Cartagena de Indias, Veracruz, La Habana y San Juan. Las plazas menores se dejaban simplemente a cargo de una fortaleza o de una guarnición de soldados, a los que pocas veces se les pagaba su salario a tiempo. Hay que tener en cuenta también que los costos defensivos muchas veces eran cargados sobre las espaldas de los vecinos, bajo la forma de impuestos. Las poblaciones que no reportaban intereses inmediatos o lo suficientemente altos como para justificar la elevada inversión, eran, dejados a la iniciativa de los vecinos, generalmente mal armados y poco motivados.

Figura 5

Toda esta situación corresponde a la renuencia a mantener una armada profesional por sus altos costos y por otras condiciones complejas. Fortificar las posiciones más importantes y dejar las demás casi a su suerte, puede no haber sido una política de defensa integral, pero, en combinación con el sistema de flotas, ofreció protección a las posesiones ultramarinas de un imperio empobrecido desde finales del siglo XVI.

El mantenimiento de una armada profesional era algo en lo que pocos estados podían invertir suficientes energías o dinero, por lo que para atacar a sus enemigos, prefirieron el método más cómodo de conceder licencias o patentes a cualquier ambicioso armador que estuviera dispuesto a fletar una nave y ofrecer sus servicios al estado, a cambio de enriquecerse. Cabe decir que en muchas ocasiones las patentes no se recogían una vez cesadas las hostilidades y los corsarios seguían actuando en tiempos de paz contra naciones y puertos que, aunque no estuvieran en hostilidades abiertas, eran consideradas enemigas del soberano, haciendo los corsarios el tránsito hacia la piratería propia del caribe. Las patentes de corso tenían sus raíces en el llamado “derecho de represalias”, de origen medieval (siglo XIII), según el cual, quien fuera atacado por un barco enemigo, podía, con el permiso de su monarca, atacar otros barcos hasta que recuperara el monto perdido, siempre y cuando estos barcos, pertenecieran a los súbditos del monarca que habían agredido primero.

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A diferencia de los corsarios, la piratería del caribe no tenía filiación de ningún tipo con una nación o soberano y se movía con el fin exclusivo de obtener el máximo posible de ganancias en sus operaciones. Probablemente eran los que más abundaban y los que menos duraban en sus actividades, pues carecían de cierta habilidad y organización necesarias para ir más allá de simples golpes de suerte. Ahora bien, dos variedades totalmente americanas del fenómeno pirático surgieron en el siglo XVII, dando pie a aquella imagen romántica de los vagabundos del mar romántico que tanto ha perdurado, estos son: los bucaneros y los filibusteros.

La primera forma de piratería propia del caribe, eran los bucaneros aparecieron desde el segundo cuarto del siglo XVII y habitaban la parte despoblada  de La Española (hoy a República Dominicana y Haití) y sus cercanías, debido a que allí podían cazar el ganado cimarrón (animal doméstico que escapa de sus amos y se asilvestra) descendiente del que habían abandonado los españoles tras agotarse los metales preciosos en dichas islas. El nombre bucanero proviene de la palabra bucan, que designaba un modo de preparar la carne, ahumándola. Estos cazadores vendían la carne junto con otras vituallas (como las frutas tropicales necesarias para combatir el escorbuto) a los barcos de contrabandistas que pasaban por la zona a aprovisionarse.

Figura 7

Los integrantes del otro tipo de piratería en el caribe recibían el nombre de filibusteros surgieron a mediados del siglo XVII en la misma zona de las Antillas, luego de que los primitivos bucaneros se organizaran para resistir mejor los intentos de los españoles de sacarlos de las islas. Los filibusteros, atacaban barcos de diversas procedencias y habitaban particularmente en Jamaica y la Isla de la Tortuga. Eran piratas de múltiples nacionalidades, organizados en sociedades que tenían sus propios códigos de conducta, hasta el punto de haber formado una curiosa asociación llamada: La Cofradía de los Hermanos de la Costa. Una hermandad donde sus miembros se respetaban escrupulosamente y estaban gobernados por una especie de asamblea liderada por los más veteranos. En esta sociedad todos tenían los mismos derechos y se repartían el botín a partes iguales, a excepción de los altos cargos del barco, que tenían derecho a una cantidad mayor.

Se llegó a crear una compañía de seguros donde se atendía a las posibles heridas y se le otorgaba  una indemnización al afectado. Esta asociación, a partir de 1650 se convirtió en la punta de lanza de las naciones europeas en sus aspiraciones coloniales. Existen dos teorías defendidas, acerca del porqué de este uso:

  • Gall defiende que la incapacidad de las potencias de gobernar a los piratas, hizo que se vieran obligadas a pactar con ellos y ayudarse mutuamente, de esta manera las potencias limitaban el comercio español y los piratas obtenían un botín.  
  • Lucena opina que deliberadamente las potencias europeas hicieron uso de los filibusteros para hostigar a los españoles y obligarles a abandonar o descuidar algunas islas que eran incapaces de defender. Esto era aprovechado por las potencias para apoderarse de ellas, a través de los piratas, que realizaban una primera colonización de la zona, para posteriormente convertirse en colonos y trabajadores de la tierra bajo el control estatal.

En cierta medida, los filibusteros desarrollaron un “sentido de identidad residual” hacia sus países de origen, al ayudar a consolidar los dominios no españoles en las Antillas: el ejemplo más refinado de ello sería sir Henry Morgan y su relación con las políticas de colonización británicas.

Figura 8

En conclusión, la fascinación que más o menos desde el siglo XVIII ha producido esa imagen a un mismo tiempo romántica y violenta en la cultura occidental, pudo haber surgido, entre otras cosas, por la impresión de “libertad” (o por lo menos de una posibilidad de escapar de las reglas de la sociedad) que había en los relatos que llegaban a Europa desde allende los mares; el otro lado de la moneda lo componían los relatos sobre juego, borracheras, pillaje, secuestro, asalto, asesinato y violaciones.

El papel de los piratas por tanto, va más allá que el de “cuatro locos” que decidieron dedicarse a la piratería aprovechando el flujo de barcos llenos de riquezas que circulaban por el Caribe. Fueron unos agentes primordiales en la configuración del territorio Americano, ya que su actuación permitió que se pudieran establecer en América colonos de las distintas potencias europeas, como Francia, Inglaterra y Holanda, y probablemente sin su actuación estos países no hubieran tenido los recursos necesarios para haberle plantado cara a la Monarquía Hispánica en América. También hay que destacar que muchas personas vieron en la piratería del Caribe una forma de vida y una manera de escapar de la sociedad y las normas establecidas en ella, sin la necesidad de ser gentes miserables y prófugas de la justicia. Para terminar, diremos que aunque la piratería ha sido una actividad que se ha producido a lo largo de la historia, podemos hablar que es durante la Edad Moderna cuando los piratas cobran una importancia estratégica y política para la configuración del panorama americano, y realmente se crea un estado y forma de vida paralelo al resto de Europa.

BIBLIOGRAFÍA

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Haring, C. H. (2003). Los Bucaneros de las Indias Occidentales en el siglo XVII. Sevilla: Renacimiento. Colección Isla de la Tortuga.

Woodard,Colin. (2008). La República de los piratas: La verdadera historia de los piratas del Caribe.Barcelona: Crítica.

Apestegui Cardenal, C. (2000). Los Ladrones del Mar, Piratas en el Caribe: corsarios, filibusteros y bucaneros, 1493-1700. Barcelona: Lunwerg.

IMÁGENES

Figura 1: https://ripehp.files.wordpress.com/2014/04/caribexvi.jpg

Figura 2: https://penolapenol.files.wordpress.com/2015/11/0000002556l.jpg?w=456

Figura 3: https://i.pinimg.com/564x/da/20/a4/da20a42088793bbec774a7224aef6c09.jpg

Figura 4: https://hispanoamericaunida.files.wordpress.com/2014/04/incendio-de-panama-por-pirata-morgan.png

Figura5:https://www.nps.gov/articles/images/60map1ch.jpg?maxwidth=1200&autorotate=false

Figura 6: https://static1.abc.es/Media/201411/08/imperio-britanico–644×362.jpg

Figura 7: https://i.pinimg.com/564x/3b/28/42/3b2842aa6dedef31df9bb558ae71bacb.jpg

Figura 8: https://historia.nationalgeographic.com.es/medio/2019/06/11/corsario5_66b9eda7_1200x630.jpg

Aníbal Giménez García

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